Inclusión de la perspectiva de género en programas de prevención de adicciones.
¡Hola de nuevo!
Esta semana se nos presenta un reto muy interesante: buscar una política desarrollada desde el sector público para favorecer la igualdad entre mujeres y hombres, y analizarla.
Yo he decidido comentar el protocolo de la Inclusión de la perspectiva de género en programas de prevención de adicciones, ya que es una guía y una herramienta práctica desarrollada en el marco de la colaboración entre la Federación Española de Municipios y Provincias (FEMP) y la Delegación del Gobierno para el Plan Nacional sobre Drogas (DGPNSD), esta última donde yo me encuentro trabajando. Tanto la FEMP como la DGPNSD, son responsables de guiar y financiar políticas de salud pública y prevención en el país.
Este protocolo por un lado, ofrece un análisis de género, y por otro, introduce esta perspectiva de género en los proyectos para la prevención de adicciones.
La inclusión de la perspectiva de género es clave para mejorar la accesibilidad y calidad de los programas de prevención de adicciones. Este protocolo se apoya en documentos internacionales como la Declaración Universal de los Derechos Humanos, y la ley Orgánica 3/2007 sobre igualdad de género.
Este protocolo ofrece herramientas técnicas y prácticas para asegurar que los programas dirigidos a la prevención de adicciones no perpetúen las desigualdades de género, sino que reconozcan y aborden las diferencias en las experiencias de hombres, mujeres y personas no binarias, y tiene como objetivo crear intervenciones más justas y efectivas, adaptadas a las necesidades diferenciadas de la población.
Para analizar esta política, voy a seguir el esquema descrito en el reto, basándome en los 3 puntos que nos indican:
-Roles de género:
Este protocolo impacta directamente en los roles de género. Su objetivo principal es transversalizar la perspectiva de género, lo que implica evaluar y modificar los roles tradicionales asignados a hombres y mujeres en la sociedad, sobre todo en el contexto de las adicciones.
Se considera que los roles de género socialmente construidos afectan de manera distinta a hombres y mujeres, lo que puede influir en el acceso a tratamientos, la manera en que cada género experimenta las adicciones y las dinámicas de riesgo asociadas. Al integrar esta perspectiva en las políticas públicas se promueve una redistribución más equitativa de los roles que tradicionalmente han sido fuente de discriminación.
Además se plantea la necesidad de adaptar las intervenciones para que no perpetúen estereotipos de género, y de ese modo fomentar que tanto hombres como mujeres se beneficien de manera justa de los programas.
-Recursos:
Dicho protocolo tiene un efecto directo en el acceso igualitario a recursos, ya que busca garantizar que los programas de prevención de adicciones no perpetúen desigualdades de género
Se destaca la importancia de identificar posibles alianzas y recursos que puedan utilizarse, teniendo en cuenta redes comunitarias como colectivos de mujeres. También subraya que es necesario investigar la situación de las mujeres dentro de la población objetivo y evaluar barreras que puedan limitar su acceso a los recursos del proyecto.
También se promueve la paridad de género en los equipos de trabajo, garantizando que tanto hombres como mujeres ocupen posiciones relevantes y tengan igualdad de oportunidades en la distribución de recursos dentro de la implementación de los proyectos.
De esta manera, el protocolo busca asegurar que las mujeres tengan un acceso igualitario a los recursos económicos, materiales y de apoyo que los programas de prevención ofrecen.
-Papel de las mujeres:
Las mujeres juegan un papel clave en la toma de decisiones y en las relaciones de poder, ya que se busca fomentar su participación activa en todas las fases del proyecto.
Como ya he comentado, se subraya la importancia de que los equipos de trabajo cuenten con una paridad de género. Se involucra a las mujeres en la planificación y ejecución, ya que se busca que no solo formen parte del equipo, sino que también tengan un poder real de decisión en las actividades y en como se implementan las intervenciones.
También se sugiere la colaboración con colectivos y organizaciones de mujeres para garantizar que las necesidades y puntos de vista de las mujeres de la comunidad se integren en el diseño y ejecución de los programas.
Una vez analizado el protocolo, voy a comentar los impactos o resultados del mismo.
El protocolo no especifica directamente los impactos y resultados obtenidos hasta el momento de la implementación. Sin embargo, basándonos en los objetivos y en la estructura del protocolo, es posible anticipar potenciales impactos y resultados que esta política podría tener si se implementa de manera efectiva.
Uno de los impactos más importantes sería el de mejorar el acceso de las mujeres a servicios de prevención de adicciones, esto podría reflejarse en un mayor número de mujeres participando en los programas.
Otro resultado sería el de reducir las desigualdades en el tratamiento de adicciones, y por ejemplo, al tener en cuenta los factores de riesgo y protección específicos para mujeres (como responsabilidades de cuidado o violencia de género), se podrían mejorar los índices de éxito en los tratamientos y estrategias preventivas para ellas.
Otro de los impactos esperados es la producción de datos desagregados por género, lo que permitirá un mejor análisis de las problemáticas de las mujeres frente a las adicciones. Esto contribuiría a una mejor toma de decisiones basada en evidencia científica, ayudando a ajustar las intervenciones a las necesidades reales de cada género y a desarrollar políticas públicas más efectivas a largo plazo.
Por último, voy a indicar una serie de puntos fuertes y débiles que considero que tiene este protocolo.
Me parece un punto muy fuerte de este protocolo el enfoque interseccional que tiene, ya que no toma en cuenta solo el género, sino también otros factores de discriminación como la clase social, etnia, orientación sexual y otros. Eso permite abordar la problemática de las adicciones desde una mirada más amplia y ajustada a la realidad de diferentes colectivos de mujeres y otras poblaciones marginadas.
Otro punto fuerte considero que es la participación equitativa en la toma de decisiones. El protocolo insiste en la paridad de género en los equipos de trabajo y en la toma de decisiones, lo que contribuye a empoderar a las mujeres y promover su participación activa en espacios de poder dentro de los programas de prevención.
Este protocolo también enfatiza mucho en la formación continua, para formar al personal en temas de género, asegurando así que las personas que implementan los programas estén sensibilizadas.
En cuanto a las debilidades, destacaría la posible complejidad en la implementación, ya que requiere una alta coordinación entre diferentes actores y un conocimiento profundo de las realidades de género.
Por otro lado, si bien el protocolo apuesta por la formación continua, en la práctica, la falta de personal capacitado en temas de género puede ser una barrera importante.
También me he dado cuenta que aunque el protocolo se enfoca en la importancia de la evaluación, no siempre está claro cómo se medirán ciertos impactos. Es decir, no se define con precisión cómo se evaluarán los avances en la participación equitativa o cómo se documentarán los cambios a nivel social relacionados con los roles de género.
Para concluir indicaría que el protocolo tiene una base sólida y presenta grandes fortalezas en cuanto a la inclusión de la perspectiva de género y la equidad en programas de prevención de adicciones. Sin embargo, las dificultades en la implementación podrían ser un gran obstáculo que debe abordarse con políticas de apoyo, recursos adecuados y sensibilización constante.
¡Hasta la siguiente entrada!